jueves, 23 de febrero de 2017

“Todo sueño de Hombre Nuevo se convierte rápidamente en una pesadilla”



Por Guido Carelli Lynch, Clarín

En una conferencia en Francia, el investigador Miguel Benasayag hablaba sobre la figura o el fenómeno –como le gusta decir– de Ernesto “Che” Guevara. En ese contexto, y aún siendo un reconocido intelectual de izquierda, no dudó en recordar los fusilamientos que ordenó el guerrillero argentino cuando era ministro en Cuba. “Yo lo digo, el Che fusiló y es un crimen de Estado y eso no hace que todo el fenómeno Che desaparezca”, dijo. A las pocas horas, militantes comunistas lo amenazaron por teléfono. “Yo no sólo no tuve miedo, sino que los reputeé. Yo fui guerrillero, pasé 4 años y medio de cana, me torturaron, mataron a mi mujer; mirá si voy a tener miedo. Pero el tipo, que era un franchute, estaba hablando del ídolo. Eso es un asco para mí. Yo sigo reivindicando el fenómeno Guevara, pero la única manera en que uno puede seguir reivindicando un fenómeno complejo es reconociendo que siempre hay partes oscuras”, dice ahora en su departamento de Once al que vuelve dos veces por año. En la otra habitación, lo escucha su mujer (francesa), y cada tanto lo interrumpe su pequeñísima hija, que todavía no entiende las palabras cargadas del padre.





Esta vez Benasayag vino a presentar el último de sus más de 20 libros, Che Guevara. La gratuidad del riesgo (Editorial Quadrata – Biblioteca Nacional). “Mi hipótesis es que el Che era parte de un movimiento, él fue el desencadenante que hizo posible que cosas nuevas aparecieran en un movimiento contra el anticomunismo internacional, el antihistoricismo, el antiobrerismo, en el que por primera vez aparecía lo indio como importante, el feminismo; cosas que hoy parecen viejas”, explica Benasayag, que habla fácil sin las citas de Marcuse y Pascal a las que recurre en su libro.

-¿Por qué la gratuidad del riesgo?
-Porque es el principio de inmanencia, uno hace lo que hay que hacer en cada situación, sin pretender conocer las consecuencias. Eso nos dividía en aquella época y nos divide todavía. Eso explica que en la dictadura el PC haya tenido una posición de colaboración soft , “de acuerdo a las necesidades históricas”. Ese es un principio transitivo y antiético. El principio de inmanencia ético tiene que ver con la gratuidad: uno no espera ser pagado en un más allá de la Historia. Eso hacía el Che.

-Usted critica al comunismo por sus posiciones dogmáticas y moralistas, pero Guevara también tenía una buena dosis de moralismo, como en la noción de “Hombre Nuevo”...
-Absolutamente. Era un hombre que tenía un lado muy rígido y muy duro, y otro más abierto que lo puso en disidencia con el marxismo soviético y con el comunismo de Fidel Castro, que lo abandonó a su suerte en Congo y en Bolivia. Es consciente de su disidencia, por eso escribe: “Nosotros seremos víctimas de una revolución triunfante”. Pero también es duro. El Hombre Nuevo es un problema, porque a la justicia social, a la libertad hay que conseguirlas para este hombre que somos, ni viejo ni nuevo, chotitos como somos. Todo sueño de Hombre Nuevo se transforma en una pesadilla.



-En el libro se trasluce su admiración por Guevara, a pesar de que recuerda sus crímenes.
-Es mi admiración por el personaje sin santificarlo y por lo que significa. Pero hay una barrera: no quiere decir que del otro lado todo era blanco y fantástico. Cuando se piensa así y los cambios por las revoluciones triunfan, lo que viene es una dictadura.

-¿También pensaba así en su epoca de militante?
-Si me doy un gusto en este libro es al decir lo que a mí me pesó más durante los años de militancia: ese tipo de fanatismo y dogmatismo, que me daban asco. La época cambió, pero más o menos, porque vemos cómo hay una polarización de la política donde parecería que sigue siendo todo o nada. Y si es todo o nada, es siempre nada.

-Recuerda que Guevara oponía la militancia activa a la de opinión.
-Es el acto como única legitimidad, ni el carnet ni la opinión, Me parece importante sobre todo ahora que se confunde mucho actividad política con opinión.

-También en la Argentina.
-Yo lamento esta violencia que hay en la Argentina. La gente piensa que habla de política y de lo que está hablando es de imaginarias políticas psicológicas, porque los problemas políticos son problemas muy complejos y hay que tratar de tratarlos con calma. Sin olvidar una cosa terrible para los militantes: el mundo se cambia en un 80 por ciento por la técnica, la tecno–ciencia y la ecología.

-Usted afirma que ésta es una época más violenta que la época de Guevara.
-Hay desertificación, desastre climático, problemas demográficos. Enfermedades ancianas y enfermedades nuevas, el desarrollo del cáncer. Eso acompañado de un Apartheid brutal donde los que tienen se encierran en barrios y países cerrados, hay una especie de guerra de todos contra todos. La mayor violencia no está dada en una cuenta macabra de cantidad de muertos, sino que está dada en el hecho que todo va a la acentuación de la destrucción.

Su hija lo sigue mirando y sonríe.

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