sábado, 11 de agosto de 2018

La fantasía del mal menor



Apoyar a Guillier es apoyar a la Nueva Mayoría. Será este conglomerado el que decidirá el rumbo de su administración y nombrará a los ejecutores de su progresismo de baja intensidad. La palabra clave es reforma, comodín retórico para disfrazar a sus retoques al modelo (siempre en la medida de lo posible) de “avances” en la línea de humanizar el neoliberalismo.  Hacia allá “avanza” el ideario socialdemócrata. De socialismo ni hablar. Y sin señal alguna de querer incluir las ideas de Beatriz Sánchez, ya muchos cedían a la urgencia de firmar cheques en blanco. Gratuitamente.


Es interesante como la NM reposicionó el discurso del “todos contra la derecha” que, a la larga, sólo legitima su existencia, concediéndoles el liderazgo exclusivo para hacerle frente a Chile Vamos. ¿Existe algo más que les pueda dar sustento y proyección? Para la neo-concertación esto es nada más que un lavado de imagen en el que no gastan un solo peso, ya que muchos temerosos del mal mayor lo ejecutan a sus anchas, voluntariamente, mediante firmas en declaraciones digitales, tuits o apariciones en la franja televisiva. Son sangre nueva para un proyecto que agoniza.
El Frente Amplio se vio sorprendido por una avalancha de votos que parecieran decirle que sí a todas sus aspiraciones. La veintena de diputados (ocho de haber continuado el Binominal) inflamó pasiones electorales y promesas de futuros escaños…. mas, ¿para qué?.  Aún no existe la reflexión adecuada en torno a qué hizo que esa gente votase por el FA. Si alguna pista existe, es la misma que pudo aplicarse a MEO en el 2009: hastío ante el duopolio. Pero no podemos concluir que ese rechazo vaya aparejado a una adhesión plena a nuestro ideario. De ser así, la votación parlamentaria hubiese sido similar o superior a la de Beatriz Sánchez. No fue el caso.
El FA se encontró de pronto siendo un actor preponderante sin alcanzar la madurez para responder con plena autonomía. Están primando los liderazgos mediáticos y ellos no han titubeado en apostar por el policía bueno, ante el temor a ser juzgados como los culpables del futuro caos piñerista. Temen perder el “capital” político que les han dado las tan confiables encuestas, como el ranking de proyección política de la CEP.
El problema es que si llegase a ganar Guillier y el neoliberalismo sólo se fortaleciera en el cuatrienio de su mandato, las cuentas n
o las pagará la Nueva Mayoría, sino el frenteamplismo. Un declive en la aprobación a ese gobierno hundirá a quienes se ven hoy como sus aliados y mañana como sus cómplices. Los llamados a votar por el mal menor diciendo, a la vez, que le serán oposición, ayudan mucho a esa desconfianza, ya que caen en una ambigüedad con tufillo a búsqueda de conveniencia personal. Se están subiendo a un barco que se hunde y, lo peor, con suma convicción. Y de conseguir Guillier una buena gestión, la Nueva Mayoría saldrá de la UTI y, fortalecida, irá en búsqueda del voto perdido. Adivinen dónde están esos votantes. ¿Estarán a esas alturas aún en el FA los adherentes del mal menor o serán los rostros de la nueva cruzada?

4 de diciembre de 2017

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