viernes, 24 de agosto de 2018

Un día con la Falta y Resto: De feminismo, murga y renacimientos

De murgueros y tumbas

Los pórticos del Cementerio General amanecieron luminosos y disfrazados de multicolores banderas. El silencio sepulcral de la Plaza de la Paz se ve interrumpido por el resonar de tambores, carcajadas y el “aló, uno, dosss” de las pruebas de sonido. La necrópolis más importante del país se colmaba de visitantes sonrientes, policías histéricos y el eco de melodías exóticas.

Estamos en Festival Womad, versión local del encuentro multicultural ideado por Peter Gabriel. Santiago de Chile, al mediodía, arde a más de 30 grados. El aire seco es una lija sobre la piel. Mas nada les borra la sonrisa a un puñado de uruguayos que a esa hora se sube a uno de los escenarios a probar el audio. A lo lejos, tomándose fotos graciosas junto a unas esculturas de monjes, diviso a Camila Sosa y María José Hernández. Dos de las seis mujeres que componen hoy la murga de las cuatro estaciones. Majo me guía hacia la trastienda del escenario, donde la muchachada comparte mates y busca los escasos refugios de sombra. En diez minutos probarán el estado de la cancha.


Feminismo: ni un paso atrás


Falta y Resto se presenta a Carnaval este año con un espectáculo denominado “Misa Murguera”.  Y si bien trata de diversas temáticas, la que más impacto ha generado es su mensaje feminista, el cual aparece tanto en un cuplé como en “Ni un paso atrás”, bellísimo canto coral en el que se entremezclan protesta y propuesta ante la violencia de género. Con letra de Soledad Castro Lazaroff y música de Jhoanna Duarte y Papina de Palma, la canción se ha viralizado con rapidez en redes sociales, entroncando con la pronta huelga internacional de mujeres del próximo 8 de marzo.

María José Hernández es una mujer luminosa, parte de esa extraña tribu de personas que contagia vitalidad a los pocos instantes de su cercanía. Es educadora popular y se ha especializado en Educación Sexual. Forma parte de la Falta en este espectáculo. Pregunto por la recepción que ha tenido en el Uruguay este mensaje feminista:

– Al principio nosotros pensábamos, como colectivo, que íbamos a tener muchas más reacciones negativas y la verdad es que nos encontramos con un abrazo feminista en la platea, sobre todo por parte de las mujeres, jóvenes y grandes. En los ojos les ves el brillo y la emoción. Y muchos varones, también, que se acercan y te escriben por Facebook, apoyando, diciendo que hay que empezar a pensarse diferente. Hay algunos varones que están empezando a construir una masculinidad alterna a lo que está pre-establecido.

-Tú, además de tener saberes específicos en educación y sexualidad, creas rock para niños, ¿cómo podríamos ayudar a que el cambio hacia una perspectiva feminista se realice desde pequeños?

– Creo cien por ciento de que el cambio es posible a través de una educación liberadora. La educación sexual debería estar, en estos momentos, en todos lados. Pero como la institucionalidad todavía está, la escuela todavía existe, sería bueno que las y los educadores sexuales podamos entrar a deconstruir algunas cosas que se dan por hecho. Los niños a los tres años ya dicen “esto es de nena, esto es de varón”. O los varones manifiestan sus emociones de forma brusca o empiezan a reprimirse otros estados. Allí empieza la película que ya conocemos y que de alguna manera termina en la violencia. En violencia contra las mujeres, en primer lugar, contra los niños, contra los viejos y también contra los varones que no pueden construir una masculinidad sana. Para mí, la educación, la militancia y el arte político juegan un rol muy importante en este momento. Aún más en el caso de la murga, que llega a los sectores más populares, ya que a ellos está dirigido el discurso de la Falta. Esas estrategias de educación, comunicación y arte pueden acompasar el cambio de cabezas.



Contra el “macho de izquierdas”


Raúl Castro es Momo, dios del Carnaval. No lo dije yo, aunque también lo creo. Fue uno de los testimonios de uno de sus amigos en un reciente programa televisivo, llamado “Ídolos”. Falta y Resto, bajo la conducción de Castro, fue la murga que se la jugó al todo o nada en los tiempos de censuras y predominio de botas sangrientas.
El “Flaco” o “Tintabrava” es un tipo sencillo, cálido. Algo que en él, un ídolo pleno a la altura de Obdulio Varela o Gardel, es aún más grato. El año pasado estuvo, literalmente, muerto por 19 minutos. Tras zafar de la parca, le pregunto por la experiencia de volver a los tablados tras ese breve contacto con el Reino de los Muertos.

-Hubo en mí, literalmente, un renacimiento. Cuando volví a la vida y me sentí fuerte, empecé de vuelta con la murga. Mis hijos me ayudaron mucho, porque son parte de ella. Toda la murga se puso a trabajar y pudimos hacer un espectáculo que nos colma totalmente, que ha sido –quizás- uno de los más revolucionarios de la historia de la Falta.

-¿Y cómo es vivir el proceso de deconstruir el machismo desde la propia experiencia?

-La Falta siempre ha sido una murga que acostumbra levantar banderas de solidaridad, de justicia. Mi hija Soledad (Castro Lazaroff) y mi compañera Natalia (Sendra), empezaron a cambiarme la cabeza. Me mostraron el lugar donde yo estaba parado. De ahí todo empieza a suceder distinto. Eso se vio reflejado en la letra de la murga y, sobre todo, en la integración. Estábamos acostumbrados a ser una murga exclusivamente de hombres. En algún momento estuvo Malena D’Alessio, una porteña rapera divina, pero fue como invitada más que nada. Ahora forman parte de la murga seis mujeres que cantan de una manera maravillosa y que le han impreso a la murga otra onda, mucho más alegre, mucho más vivaz, mucho más femenina. La verdad es que ha sido un logro y un crecimiento personal muy grande levantar la bandera del feminismo. Aprendo todos los días, me enseñan todos los días. Y le aconsejo al que me escuche, que pruebe este camino que es verdaderamente mágico. Es siempre descubrimiento y amor.

-¿Y cómo lo vives desde el punto de vista de ser padre también?

-Y,  tiene  que ver con cómo criás a tus hijos, cómo te relacionás con ellos, cómo te relacionás con las otras mujeres en tu vida. Desde tu madre hasta tu nieta. Yo tengo tres nietas y ya pienso en ellas como futuras integrantes de la murga, ¿viste? Y eso no me pasaba antes, porque el machismo abarca hasta las expectativas, a veces. Me siento muy feliz de haber cambiado y que la murga me haya ayudado a ver desde otra óptica la vida.


“Lo masivo, para que sea popular, tiene que ser profundo”

Son las cinco de la tarde, puntual. En torno al escenario se empiezan a reunir los espectadores de este primer show de la jornada. Calor al mango. Banderas celestes y aurinegras. Varios termos y mates circulando. Integrantes de murgas chilenas  (sí, las hay, buenísimas todas). Comienza la misa. La gente mueve los pies, tararea lo que puede, sonríe. Los niños, boquiabiertos. Distingo en sus ojos la misma impresión que dejó en mí aquella primera vez que escuché un saludo. Un eco de más de cien años. Un ritual que proviene de antiquísimas bacanales. Es la murga. Sí, en femenino.

Hay muchas formas de desigualdad
Si las más pobres son las que sufren más
Que sea trabajadora nuestra canción
Contra el capitalismo y la explotación
El abuso social es patriarcal
Hoy nos mueve el deseo y la decisión
De que este canto se haga Revolución
Porque un país posible tiene que haber
Donde no falte nadie por ser mujer

El estallido en las gradas, la emoción escapándose en vítores, lágrimas y aplausos caóticos. El final de la misa es un recuerdo a Daniel Viglietti. Otro “flaco”, otro uruguayo querido al que tuve el honor de conocer hace algunos años. Pero quien no regresó del otro lado del escenario, allí donde están las tumbas. ¿Por qué nos cuesta hablar de Viglietti en pasado?,le pregunto al flaco Castro.

-Porque para los uruguayos es un cantor revolucionario, que no ha perdido nada de vigencia. Siempre comprometido con su pueblo y con las causas nobles y justas. A pesar de que no le hubiese convenido para entrar al mundo del espectáculo, siempre estuvo con su guitarrita junto a los desposeídos. Además, lo hizo desde la calidad musical, desde la calidad artística, y eso no es menor. Porque lo masivo, para sea popular, tiene que ser profundo.

Fin de la misa. Bajada con la gente, les integrantes de la murga desaparecen entre los abrazos de quienes no pueden creer que estos artistas se fundan con su público sin ningún temor. Lo que no saben algunos es que esta murga siempre volverá. Como Tintabrava lo hizo desde la muerte, para cantar que “nuestra religión es la Vida”.


22 de febrero de 2018
http://revistadefrente.cl/un-dia-con-la-falta-y-resto-de-feminismo-murga-y-renacimientos/

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